Cuentan que el escultor francés J. Cabré, para realizar estas esculturas , tomó como modelos a dos niños africanos que prestaban servicio en una casa caraqueña, a comienzos del siglo XX. Fueron adquiridos por Don Octavio Cerizola Ruiz, quien los traslada a Carúpano, donde alcanzaron gran popularidad y fueron bautizados por la comunidad como "Los negritos de Cerizola". Desaparecieron durante 20 años, durante los cuales nadie supo el paradero de los negritos. Después de grandes esfuerzos, fueron ubicados y restaurados. Hoy se encuentran en el Ateneo de Carúpano, donde pueden ser admirados por todos.
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